jueves, 7 de octubre de 2010

El temido cambio de armario

Desde el momento en el que El Corte Inglés empieza a anunciar los cambios de temporada comienzo a sentir una especie de pavor… ¡Horror! Lo he estado posponiendo todo lo que he podido -y más-, pero, al final, todo llega. El otoño ya está aquí y con él el temido cambio de armario. (Leído así parece que cojo el teléfono, hago una llamadita y llega un nuevo armario cargado de ropa de temporada. ¡Ilusa de mí!)
Realmente, sé que debería haberlo hecho mucho antes. Por ejemplo, aquél día –no hace mucho- en el que estaba decidida al cambio pero, no sé porqué razón, alguien me convenció para que esperara hasta que pasara el ‘veranillo de San Miguel’. Y así lo hice. ¡Maldita la hora! Si vas a hacer una cosa, si estás decidida, ¡adelante! Pero no. Claro, que de esto me doy cuenta ahora cada vez que abro el armario y veo que los vestidos de verano se están haciendo fuertes y se resisten a salir.
Si algo he aprendido con el paso de tiempo es que hay que sacar el lado positivo de las cosas. Y eso he hecho. Hay prendas que están destinadas a pasar más de una estación con nosotros. Y si no, echa un vistazo a tu alrededor. Te habrás dado cuenta de que, salvo vestidos o camisetas de playa, casi todo puede servirnos para un outfit otoñal.
Los vestidos estampados han pasado de ver en las sandalias a sus compañeras perfectas (aunque no siempre) y se han decantado por las botas o los botines. Y para el frío, nada mejor que un cárdigan de lana. Se harán inseparables.

Aunque es cierto que cambia el tejido, los shorts llevan varias temporadas entre nosotros como prenda imprescindible de los meses más fríos del año. Con unas buenas medias o leotardos… ¿quién dijo miedo?

Recuerdo que hace tiempo una ex compañera de trabajo me sugirió que los pantalones blancos eran sólo para el verano –se pensaba que era como lo de las bicicletas, creo-. Yo hice caso omiso. Me niego a limitar mi armario a colores oscuros y prescindir de prendas blancas cuando, personalmente, me encantan. Es cierto que no lo vas a acompañar con los mismos complementos que en verano, pero ofrecen mil posibilidades. Con jersey de cuello alto, botas y abrigo camel –el rey del otoño tenía que salir en algún momento, no?- quedan muy bien. O, al menos, a mí me gusta.

Si algo he de agradecer a la moda es que pueda aprovechar las sandalias. Me da una rabia horrorosa gastarme una pasta en zapatos para que, en algunos casos, se queden muertos de risa en el armario (algunos fuera porque ya no caben). Ahora podemos sacarle mucho más partido. Sobre todo, a aquellas con suela de madera que, tanto con medias como con calcetines, pueden cambiar un estilismo por completo.

Visto así… el cambio de armario no es tan doloroso.
Y a ti, ¿te pasa lo mismo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que fuerte!!! A mi me pasa lo mismo!!!! Siempre pienso que después del veranillo de San Miguel lo hago y todavia sigo sin hacerlo!!!! Odio el cambio de armario!!! Pero con estas superideas que das creo que lo seguire posponiendo... Viva el pupurri de armario!!!!!

Ana M. dijo...

Me ha encantando, me parece un articulo muy acertado, de hecho hoy mismo llevo tu propuesta de vestido estampado. Gran idea! Gracias Tricia!!!!